Por el mal camino

Una vez más he salido corriendo.

Mil veces he contemplado los diferentes senderos por los que me podría llevar esta vida, y no sé cómo lo hago, pero ninguno es para mí. Todas mis opciones parecen ser incorrectas, y por más que cambio de vida, sé que esta no es la mía.

 Me fui, lo hice porque no era mi sitio. La compañía era agradable, rodeada de amigos, cada uno con sus ideas, muy diferentes a las mías, sí, pero como a todo el mundo, logré encontrar en ellos eso que les hacía especiales como seres humanos. Incluso ya no me importaba el olor a sustancias psicotrópicas de los pasillos y las pintadas ideológicas... pero me faltaba algo, y es que yo no tenía que estar ahí. Tardé en saberlo, aunque intenté escribir ese destino para mí... no, no estaba escrito. Así que simplemente huí, una vez más, sin pensar en nadie, solo pensando en mí.

Ciencias Políticas, ¿qué hacía yo estudiando eso? Era el doble grado, así que no solo era eso, sino también Derecho. A cada cual más aburrida. De momento me he librado de una de ellas, pero el derecho me va a perseguir durante toda la vida de ahora en adelante. Yo que me imaginaba creando belleza sin reglas y en libertad, me limito a estar inmersa en un mundo de normas. Debería de estar sacando de mi interior sentimientos para plasmarlos en lienzos, pero aquí estoy, analizando un caso práctico de Constitucional, nada más bello.

Y es que mi misión en la vida era crear belleza, no destruirla. Un vez más en el camino equivocado

Con lo bello que es el mundo, a qué puede dedicarse uno que sea mejor que a contemplarlo y a disfrutar de esta breve estancia en él...